martes, 31 de mayo de 2011

El libro de los espiritus

Allan Kardec, el pedagogo francés Hippolyte Leon Denizard Rivail (1804-1869), escribe en 1860 "El libro de los Espíritus", obra en que sistematiza y expone la doctrina espiritista, tal como, según dice, fue manifestada por diversos espíritus a través de médiums en trance. En la obra la doctrina espírita aparece medio confundida, o conciliada si se quiere, con concepciones orientales, en especial las nociones de reencarnación y karma, a la vez que con elementos cristianos, más cercanos al público receptor, como los de amor y caridad. La sola palabra "espiritismo" evoca en el común una serie de nociones negativas y producto de la cultura popular en su mayoría, lo cierto es que dicho término actualmente es poco usado (según Steiner, en su diccionario del Ocultismo) a no ser por detractores del mismo, y con un tono peyorativo. "Espiritualismo" es una palabra más en boga entre los creyentes, y con la misma se hace referencia a una versión más sofisticada y filosóficamente compleja de lo que fue el movimiento en los tiempos de Kardec. "El libro de los Espíritus" es una obra teórica, que fue seguida por el complemento de una versión práctica (también en sinopsis) en forma de manual: "El libro de los Médiums" (1861). En la primera, se deja en claro la pretensión científica del movimiento, al estar basado en fenómenos que considera comprobables y físicos, esto es, en manifestaciones mediúmnicas como escritura automática, tiptología, y otros eventos concretos. El texto está organizado en forma de preguntas y respuestas, hechas por personas presentes en las sesiones espiritistas y respondidas, asegura Kardec, por las entidades inmateriales a través de los médiums en trance, según los métodos mencionados. Entre los autores espirituales figuran gran cantidad de personajes famosos en el campo de la filosofía y la teología, así, se asegura que hay manifestaciones doctrinarias de San Juan Evangelista, San Agustín, San Vicente de Paul, el Espíritu de Verdad, Sócrates, Platón, Fenelon, B. Franklin, Swedemborg, y otros. Se halla estructurada en cuatro libros: I, CAUSAS PRIMERAS: se habla del tema de Dios, de las pruebas de su existencia y sus atributos, la naturaleza de la doctrina se halla bastante apegada al cristianismo. Se establece que hay un mundo material y uno espiritual, y que en el hombre confluyen ambos. Hay multitud de mundos poblados, con diferentes grados de elevación espiritual, y a través de las reencarnaciones los hombres van pasando de unos inferiores a otros mejores. II, MUNDO ESPIRITISTA O DE LOS ESPÍRITUS: son creación divina se hallan rodeado por un halo, el periespíritu, levemente material, y que por lo mismo permite las manifestaciones paranormales, ya que puede materializarse más y hacerse visible, o bien interactuar con personas o cosas físicas. Hay tres órdenes de espíritus: LOS IMPERFECTOS : más materiales, ignorantes, orgullosos y propensos al mal. Se subdividen en cinco clases: impuros, ligeros, de falsa instrucción, neutros y espíritus golpeadores y perturbadores. LOS BUENOS : más espirituales y sabios, y con ciertos poderes como la ciencia, la prudencia y la verdad. Se subdividen en: benévolos, sabios, prudentes y superiores. ESPÍRITUS PUROS : inmateriales, sabios y morales. Han recorrido todos los grados anteriores a través de las reencarnaciones (trasmigración progresiva) despojándose de defectos, y son la última clase. Se hace notar que los espíritus buscan la compañía de personas similares a ellos, de modo que si en una sesión espiritista hay charlatanes reunidos, se atraerán, por ejemplo, espíritus golpeadores. Los ángeles son espíritus puros y los demonios no existen en realidad, solo hay espíritus menos puros, mas no intrínsecamente malvados. Los espíritus de los que mueren se encarnan de nuevo con más rapidez según la pureza del mundo en que viven, pueden esperar desde unos segundos hasta miles de siglos. Los no encarnados son espíritus errantes y forman jerarquías entre sí, con los puros a la cabeza y los otros obedeciendo. Al dormir los hombres sus espíritus pueden vagar libremente y visitarse entre sí, lo que explica la paragnosis. La posesión como tal no existe, o bien nunca es completa, un espíritu errante se puede asimilar al de un encarnado al que se parece y que lo permita, pero es este último el que tiene el control de los actos, puede sin embargo, dejarse subyugar por el visitante, por debilidad o por propia voluntad. Hay espíritus elevados que acompañan a los hombres para protegerlos desde el nacimiento y a veces hasta después de la muerte. No existen los pactos con los espíritus impuros, solo una atracción de estos por simpatía, por parte de hombres malos, aquellos entonces quieren que el hombre les sirva a cambio de servirle ellos a él. III, LEYES MORALES: Son las leyes: divina, de adoración, del trabajo, de reproducción, de conservación, de destrucción, de sociedad, del progreso, de igualdad, de libertad, de justicia, amor y caridad. IV, ESPERANZAS Y CONSUELOS: Se habla de las penas terrenas, debidas a que la vida es una prueba para progresar. No hay infierno ni paraíso, sino un progresar como y un sufrimiento debido a la poca perfección de ciertos espíritus (envidia, bajas pasiones, ira) y un placer debido al progreso que otros han logrado (sabiduría, paz). Obra clásica la de Kardec, indispensable en la biblioteca de temas ocultos o místicos.




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